31 de diciembre de 2011

Querido 2011:

Querido 2011:
Llévate contigo tus engaños, tus cinismos y tus burlas. Llévate contigo los llantos, los dolores y los quebrantos.
Llévate también todo el sufrimiento. Llévate contigo las hambres, las guerras, las muertes injustas, el terror cruel, las manos heridas, la miseria y la ira.
Llévate tu Nochevieja, tu San Martín. Llévate tus oros y tus harapos, el frío y el calor excesivos. Llévate tus puntos y aparte, llévate tu punto y final. Llévate también las sobras, las comedias trágicas, los tesoros escondidos, los cantos insólitos, las canciones rotas... Llévate contigo los brazos cansados, las cabezas agachadas, las miradas tristes.
Llévatelo todo, no tienes que decir adiós.


Déjanos la Esperanza. Con eso es suficiente.

Y permite, querido 2011, que entre el nuevo año lleno de libertades, que se nos llene la vida de fuerzas y ganas, que no perdamos las magias mantenidas, los ojos atentos ni la oscuridad vital que nos enciende y nos entiende.

16 de diciembre de 2011

BALANCE 2011



Enero llegó entre amigos de largo y gripe por San Antón. “Ya ha salido el Sol: Lo han traído los Reyes Magos”, dice la inocencia. Sinfónicos rumores llegaban ya entre la fiebre. Hubo nieve, claro. Clara. Y tarta de queso. Llegó el final de un largo pesar... demasiados médicos. Se perdió el Tango en el silencio. Equilibrio.
Febrero frío de candela, teatro y éter.
Marzo como siempre: triste y otoñal. Pero trajo consigo alegres días de alergia y primavera desbocada. Primer mes limpio en años... creo recordar. Nacía un sinfónico sueño.
Abril... para vivir. Nuevos retos. Una mala digestión. Mes de papel, entrevistas y reuniones. Abril entre ensayos e ilusiones.
Mayo, cruz de lágrima escondida... mucho trabajo. Tuve patria donde corre el Duero por entre grises peñas... Boda feliz. Regando siempre el alma con húmedas sonrisas.
Junio llegó accidentado, con parte de lesiones. Feria, poca. Perdí una Esperanza por otra. Puerta abierta a un sueño roto. Trabajo sin descanso. Estrés, tensión... mereciendo la alegría. Junio de abrazos infinitos. De cerca y de lejos. Infinita la emoción.
Julio entraba cargado de malos recuerdos, entre veneno y cicatrices ajenas. Julio se fue como vino: cálido y gustoso.
Agosto fue cruel con mi cabeza. Entre remiendos de perro lamiendo sus heridas, hubo algún trofeo. Je veux. Agosto desapareció. Agosto se fue perforando las noches. Cobijo a dudas ajenas. Agosto se fue con sus noches perforadas. Un septiembre nuevo con su sol naranja renace. Mañana dios dirá. Si es que dice algo.
Septiembre de naranjas limpios. Vacío de recuerdos. Mes entre lobos.
Octubre dulce de miel dulce. Abrazos y espalda cansada. Extraños amigos. Músicos de luto.
Noviembre: Terror en Difuntos. Úbeda acogedora. 11-11-11. Desilusiones, reflexión y zumaques solitarios. 20 años sin Freddie. Leña y calor de hoguera. Y de hogar.
Diciembre, desafiante, se empeña en despedirse castigando con un animal silencioso. Desgarrador. Diciembre sementera de algo grande... a largo plazo.   

12 de diciembre de 2011

leído al pasar...:

"Verás, la belleza femenina por lo general es voraz y sale cara. Si una noche ves a una mujer hermosa cenando sola en un hotel elegante, no te preguntes por quién espera, sino de quién huye. Y si, por lo que sea, inesperadamente te hace caso, ten presente que lo que busca en ti no es un idilio, sino una coartada.
...
Me dijo que estaba de paso en la ciudad y que no dormiría por temor a perder el tren. También me comentó que tenía buenos motivos para irse. A mi me tentaba pedirle que se quedase, pero fui cobarde y no dije nada. Después le pidieron un taxi y se esfumó. Y yo miré como se iba -bella, elegante y efímera- encaramada en la misteriosa cucaña de sus pisadas. Y ahora me pregunto si aquella no sería una de esas ocasiones en las que una mujer duda entre la conveniencia de irse y el deseo de quedarse…y ahora sé también que en esas circunstancias una mujer así confía en dar con alguien que le ayude a perder el tren".

10 de diciembre de 2011

Fueron catorce.

Leído por ahí:

"Probó a contar los botes de una piedra sobre un mar de estaño. Fueron catorce. Catorce botes con sus remos y con sus ocupantes dentro. A lo lejos. El último de ellos proyectó el canto muy lejos. Cristalino y radiante, como una página en blanco, se levó su panza. Las piernas de una mujer, que tiene las faldas remangadas, son las orillas de un lago. Un vestido añil de amplios vueltos. Piernas blancas y radiantes, incapaces de tergiversar y de tañer mentiras".